Ya basta de tanto robo con dinero del pueblo. La reforestación va que va. Justicia indígena.
Por Emilio Borbón Willis
Navojoa/VdM, 28 de noviembre
Fue el año 1955 cuando se aprisionaron las aguas del Río Mayo, cuando sus corrientes se interrumpieron, iniciándose la disminución de cinturón verde del Valle del Mayo y se redujo el tamaño de su pulmón natural.
Los constructores de dicha obra hidráulica dejaron un vertedor que trabajaría cuando la presa almacenara 1,015 millones de metros cúbicos, todavía le dejaron “agujas” (es decir: rieles colados en forma vertical en la estructura del cimacio para colocar en forma horizontal madera y aumentar el 10% el volumen de almacenamiento).
Sin embargo, posteriormente los usuarios gestionaron la sobrelevación de la cortina, con el fin de aumentar el volumen de almacenamiento de 1,015 a 1,389 millones de metros cúbicos; cabe aclarar que esa medida fue vital para que el Río Mayo no causara daños en las avenidas extraordinarias de 5,500 metros cúbicos por segundo, presentadas a finales del 90 y principios del 91 del siglo pasado.
Cabe aclarar que un mes antes, a iniciativa propia el ingeniero en jefe del Distrito del Mayo, inició un desfogue de 50 metros cúbicos por segundo a pesar de la sobrelevación de la cortina, lo que permitió amortiguar el gasto pico de 5,500 metros cúbicos por segundo. Si hubiera brincado sin control, el agua llegaría hasta la calle Morelos en Navojoa.
Se hubieran tenido daños muy severos como en El Fuerte, río que presento avenidas de 13,500 metros cúbicos por segundo en la misma fecha. Lo que motivo la construcción de la presa Huites, con el fin de darle a Sonora 402.5 millones de metros cúbicos de agua, decreto aun incumplido para Sonora, que por derecho de cuenca debe recibir ese volumen, por cierto: esta presa hoy se encuentra completamente vacía.
Elevar la cortina y aumentar el volumen de almacenamiento fue más que suficiente, aún y muy esporádicamente se tenían desfogues que no sólo son conveniente, sino estrictamente necesarios, con el fin de mantener la sustentabilidad del acuífero del Mayo, segunda fuente para la agricultura y única a la fecha para uso público urbano.
La presa Pilares fue una obra totalmente injustificada, sólo conveniente para los constructores y gestores. Esos recursos, personalmente recomendé se aplicaran en modernizar la red menor de canales, aquellos que cuentan con menos del 70% de eficiencia. ¡Qué negocio!: almacenar cada diez años agua arriba para venirla a perder en la parte baja del Distrito.
Hoy, con dinero del Plan de Justicia Indígena, podemos retomar la propuesta de modernizar los canales de los módulos que tienen más del 80% de usuarios indígenas, aquellos que colindan con el río, aquellos que tienen más de mil usuarios. La justificación es fácil: adecuar el represo Pilares como obra de almacenamiento, que se reconozca por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) como parte del inventario de obras oficiales, hoy no existe.
Vamos a insistir en reforestar el cauce del Río Mayo, adecuar los predios para que reciban agua de riego, después de documentarlos como pequeña propiedad. Las obras que se mencionan en el río por seguridad no son procedentes, entonces ¿con qué objeto se gastaron 2,400 millones de pesos en la construcción de la presa Pilares?. Así la justificaron: por seguridad, dijeron.
Ya basta de tanto robo con dinero del pueblo. La reforestación va que va. Justicia indígena.