Un edulcorante más común en los refrescos, algunas golosinas, galletas y repostería
Hermosillo/CIAD/VdM, 15 de julio
El aspartame, un edulcorante artificial usado en bebidas y alimentos preparados, se aprobó para su uso en noventa países desde hace más de cuarenta años, después de ser sujeto de algunos análisis. En un principio se utilizaba para evitar el azúcar en los alimentos para personas con tratamientos para bajar de peso, debido a que no aporta calorías.
Más recientemente ha proliferado su uso único o junto con otros edulcorantes en una gran variedad de bebidas y alimentos ultraprocesados que consumen muchas personas, tales como refrescos, gomas de mascar sin azúcar y otras golosinas.
Durante los años que se ha utilizado el aspartame, se han realizado múltiples estudios para verificar la seguridad de su consumo. Dichas investigaciones son de dos tipos: pueden ser ensayos en animales, principalmente roedores de laboratorio, o son estudios epidemiológicos en poblaciones humanas. Los resultados encontrados son variados, unos afirman que el aspartame y otros edulcorantes pueden aumentar el riesgo de cáncer, mientras otros estudios no son conclusivos.
Las diversas investigaciones practicadas en roedores realizados por el Instituto Ramazzini en Europa han encontrado aumento de linfomas, diferentes tipos de leucemia, tumores linfoides y mieloides, así como sarcoma histiocítico, por consumo de aspartame. Varios especialistas critican el diseño y conducción de este grupo de estudios y afirman que los resultados no son conclusivos.
En un estudio realizado en Estados Unidos, en donde se buscaron asociaciones entre los datos de alimentos consumidos de 1988 a 2018, y los de mortalidad en el 2019, el uso de edulcorantes se asoció con mayor prevalencia de obesidad y diabetes, pero no se encontró impacto en la mortalidad por cáncer de cualquier tipo.
Por el contrario, en otro estudio del mismo tipo llevado a cabo en Francia se analizó el consumo de edulcorantes, incluyendo aspartame, entre 2009 y 2021, y quienes más aspartame consumieron tuvieron mayor riesgo de cáncer de mama y el relacionado con la obesidad.
Además, la ingestión de aspartame se asoció al riesgo aumentado de eventos cerebrovasculares e incremento del estrés oxidativo, que juega un papel importante en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Las diferencias entre unos y otros estudios pudieran estar relacionados con las costumbres en nutrición; es decir, en las diferencias en alimentación entre las diversas poblaciones del mundo.
A pesar de la controversia de si el consumo de aspartame aumenta el riesgo de padecer o no cáncer, el Organismo Internacional de la Investigación en Cáncer de la Organización Mundial de la Salud ha decidido declarar este 14 de julio al aspartame como posible carcinógeno clase 2B. Esto no significa que definitiva o probablemente dicho edulcorante cause cáncer, sino que hay algún fundamento de que tal cosa pudiera ocurrir, aunque la evidencia aún sea limitada.
El riesgo de cáncer o de otros problemas de salud por el consumo de aspartame u otros edulcorantes artificiales aumenta de acuerdo a la cantidad que se consuma al día o a la semana, así como a la duración del consumo. Así, si se inicia el consumo en la niñez, el riesgo se acumulará a lo largo de la vida.
Es por esto por lo que en México se advierte en una etiqueta notoria en los alimentos procesados que contienen edulcorantes artificiales que se evite su consumo en las y los niños. Sin embargo, como se publicó en una anterior entrega en diciembre de 2022 (Escolares hermosillenses consumen edulcorantes en exceso), las y los escolares hermosillenses de zonas con marginación media consumían edulcorantes artificiales.
Aspartame era el segundo edulcorante más común en los refrescos, otras bebidas, algunas golosinas, galletas y repostería, que las y los niños ingerían. De unos cincuenta productos ultraprocesados de consumo común por los escolares del estudio, catorce contenían aspartame.
Curiosamente, las y los niños hermosillenses que participaron en el estudio que consumían más edulcorantes “dietéticos” como el aspartame, eran quienes padecían más sobrepeso y obesidad. El mismo hallazgo se encontró en un estudio realizado en Estados Unidos, donde personas adultas con mayores consumos de edulcorantes no calóricos eran quienes presentaban más obesidad. Al parecer, el consumo de aspartame y otros edulcorantes no cumple la función de ayudar a mantener el peso.
Así, aunque el aspartame no aumente el riesgo de cáncer, si influye en el desarrollo de otros desórdenes de salud nada deseables y no proporciona ninguna ventaja. De tal manera, si las personas adultas no pueden evitarlo, es necesario ayudar a que los niños no se acostumbren a su sabor.
*Colaboración de Ana María Calderón de la Barca, investigadora de la Coordinadora de Nutrición del CIAD