Consumo y manejo de animales silvestres: ¿prevenir es la clave?

En general, el contacto, uso y comercio de animales silvestres vivos y muertos promueve una interacción más estrecha entre los animales y las personas, lo que puede aumentar el riesgo de aparición de zoonosis

 

CIAD/VdM, 03 de marzo

 

 

Las personas, animales y ambiente hemos tejido un fuerte vínculo desde nuestros orígenes: compartimos espacios, recursos y microorganismos (o ¡ellos nos comparten!) y por ello la salud humana y animal están unidas a la de los ecosistemas.

El 60% de las enfermedades infecciosas emergentes o reemergentes (EID, por sus siglas en inglés) ocasionadas por virus, priones, bacterias, protozoarios, hongos o helmintos, provienen de animales, es decir, son zoonóticas, y el 75% de ellas están relacionadas con la fauna silvestre. Algunos ejemplos conocidos son el ébola, influenza aviar y covid-19.

La aparición de nuevas zoonosis o la reemergencia de algunas ya conocidas está relacionada con la fragmentación de hábitats por deforestación y reducción de los bosques, la urbanización e industrialización, el aumento de especies invasoras, el uso extensivo de tierra para producción de alimentos y cambios del clima a escala global implicados en la disminución de la biodiversidad.

Por otra parte, se suma el tráfico ilegal de especies silvestres para el consumo o el uso de sus partes para el comercio o para utilizarse en prácticas tradicionales o culturales, o como único medio de subsistencia en contextos de pobreza donde es poco o nulo el acceso a otras fuentes de alimento. El uso y explotación de la fauna silvestre ha sido una práctica ancestral en muchas culturas alrededor del mundo, pero en los últimos años ha surgido un debate sobre sus implicaciones ambientales, nutricionales y de seguridad.

El consumo de carne silvestre está ligado a la seguridad alimentaria de familias que viven en zonas rurales o en regiones en vías de desarrollo, ya que es parte importante de su dieta. Se considera una alternativa barata, accesible en zonas rurales donde las opciones de proteína animal son escasas, o bien, como una fuente de ingresos, aunque esto no siempre es así. En las zonas urbanas se ha incrementado la demanda de carne silvestre y sus productos, los cuales se consideran un lujo y brindan un estatus dentro de la sociedad. Dentro de los principales usos de animales silvestres que se han reportado, además del de alimento, son ornamento, medicinal y ceremonial.

La carne silvestre es una fuente densa de proteína, calorías, grasa, vitaminas y minerales como el hierro, zinc, selenio, ácido fólico y vitamina B12. Además, es percibida como “más saludable” que la carne comercial, ya que se asocia con la palabra “natural”. Sin embargo, hay aspectos importantes de inocuidad y seguridad que deben considerarse en su consumo. Los animales y la carne silvestre deben ser obtenidos y manipulados siguiendo prácticas adecuadas de higiene para evitar la transmisión de patógenos que ocasionan enfermedades infecciosas que afectan la salud de las personas (salmonelosis, brucelosis, leptospirosis, influenza aviar, etc.) o de otras especies animales.

¿Es posible disminuir el riesgo de zoonosis en la interacción con la fauna silvestre?

En general, el contacto, uso y comercio de animales silvestres vivos y muertos promueve una interacción más estrecha entre los animales y las personas, lo que puede aumentar el riesgo de aparición de zoonosis. Por ello, un aspecto central en el estudio de las enfermedades zoonóticas es encontrar qué factores dentro de esas interacciones influyen en los “saltos” entre especies, a fin de que puedan ilustrarnos para establecer posibles acciones de prevención.

Además de los aspectos biológicos de los patógenos y hospederos, otros factores socioambientales y culturales, así como el papel que juegan las conductas humanas en la prevención de enfermedades infecciosas, es ahora más que nunca un tema de gran interés, que es abordado en trabajos desarrollados en la Unidad de Investigación en Una Sola Salud y el Laboratorio de Enfermedades Transmitidas por Vector y Zoonosis del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). En principio, un objetivo particular que persigue la institución es saber si las personas reconocen los posibles riesgos y si tienen los conocimientos adecuados para poder tomar decisiones y emprender acciones de mitigación y control.

Existen grupos que por su ocupación en actividades relacionadas con la medicina veterinaria, conservación, biología, ecología, ecoturismo, cacería, etc., pueden tener mayor riesgo de exponerse a patógenos causantes de enfermedades zoonóticas de fauna silvestre (podemos recordar algunos ejemplos de interés como la leptospirosis, rabia, rickettsiosis, Lyme e influenza aviar, entre otros). Es precisamente en estos grupos que deben reforzarse acciones de prevención, capacitación en temas de promoción a la salud, inocuidad y bioseguridad. Son, además, actores clave en la participación comunitaria para la prevención de brotes zoonóticos y pandémicos debido a su potencial labor en materia de vigilancia y reporte de casos de mortalidad o cambios en las poblaciones silvestres.

En este contexto, en el CIAD se desarrolló una investigación cuyo objetivo fue el identificar las prácticas preventivas, conocimientos y percepciones de riesgo de contraer una enfermedad zoonótica en aquellas personas que practican la cacería o están relacionadas con la vida silvestre. Mediante una encuesta electrónica se documentaron las respuestas sobre cómo perciben sus actividades, con qué especies de animales tienen mayor contacto y consumo, y con qué frecuencia; asimismo, se registraron las medidas de protección que emplean, tales como lavado de manos en la preparación de alimentos, uso de equipo de protección personal, vestimenta, así como la importancia percibida de la capacitación continua.

Entre los hallazgos se encontró que un grupo importante dentro de esta población tiene conocimientos sobre más de una enfermedad de tipo zoonótico y transmitidas por vectores como garrapatas, además de que pudieron identificar la gravedad de algunas de estas enfermedades, los cuales se consideran aspectos importantes que permitirán diseñar capacitaciones dirigidas a reforzar sus prácticas y conocimiento, y con ello disminuir el riesgo de zoonosis en la interacción con la fauna silvestre.

La forma en que interactuamos con los animales silvestres y su uso debe basarse en los principios éticos del cuidado de nuestra biodiversidad. Reflexionemos sobre los cambios necesarios para lograr el equilibrio entre un desarrollo sostenible, nuestra existencia y la de nuestro planeta bajo las amenazas de brotes zoonóticos y pandemias futuras.

Referencias

Jones, K., Patel, N. G., Levy, M. A., Storeygard, A., Balk, D., Gittleman, J.L. y Daszak, P. (2008). Global trends in emerging infectious diseases. Nature, 451(21): 990-994.

Cawthorn, D. M. y Hoffman, L. C. (2015). The bushmeat and food security nexus: a global account of the contributions, conundrums and ethical collisions. Food Research International, 76: 906-925. https://doi.org/10.1016/j.foodres.2015.03.025.

Di Marco, M., Baker, M. L., Daszak, P., De Barro, P., Eskew, E. A., Cecile, M. et al. (2020). Sustainable development must account for pandemic risk. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(8): 3888-3892.

 

*Autoras: Iveth Larios Juvera, egresada de la maestría en ciencias, y Maricela Montalvo Corral, investigadora de la Unidad de Investigación en Una Sola Salud de la Coordinación de Nutrición del CIAD.

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