Debe traducirse en políticas que prioricen su bienestar, derechos y su acceso a oportunidades.
Por Francisco J. Ruiz
Hermosillo/VdM, 21 de enero
En el contexto de la Cuarta Transformación (4T), los jóvenes juegan un papel fundamental en la reconfiguración del panorama político y social del país. Bajo el ideal del humanismo mexicano, que busca ante todo la dignidad y el respeto por la vida humana, se presenta una revolución de las conciencias que invita a la juventud a involucrarse activamente en la política y a empoderarse en la toma de decisiones. La 4T se fundamenta en la lucha contra la corrupción, la defensa de los derechos humanos y la promoción de un desarrollo sustentable.
En este proceso, los jóvenes son considerados agentes de cambio cruciales, ya que son quienes pueden cuestionar el estado actual de las cosas y proponer alternativas viables que respondan a las necesidades de la sociedad contemporánea. La participación política de los jóvenes no se limita al simple voto, implica una inclusión activa en la creación de políticas públicas, el impulso de movimientos sociales y la utilización de plataformas digitales para abogar por sus derechos y demandas.
Los jóvenes de hoy poseen herramientas que antes no teníamos, como el acceso a internet y a redes sociales, lo que permite difundir ideas y movilizarse de manera efectiva. El empoderamiento juvenil se convierte en una necesidad apremiante en un mundo donde las decisiones políticas a menudo se toman sin considerar a las nuevas generaciones. La educación en valores cívicos y democráticos, así como el liderazgo y las habilidades de organización, son cruciales para que los jóvenes se sientan capacitados y motivados a participar. Es esencial que se promueva un entorno donde las opiniones de los jóvenes sean escuchadas y valoradas en las discusiones políticas.
El humanismo mexicano, como corriente de pensamiento, enfatiza la importancia del ser humano en el centro de cualquier política pública. Esto debe traducirse en políticas que prioricen el bienestar integral de los jóvenes, sus derechos y su acceso a oportunidades. La educación, la salud, el empleo y la cultura son áreas donde se debe fomentar una mayor participación, garantizando que se sientan parte activa de la construcción de su futuro.
La participación en espacios formales e informales de toma de decisiones es fundamental. Integrarse al partido y organizarse, o también en organizaciones no gubernamentales para movimientos sociales que reflejen sus demandas, así como la creación de foros y mesas de diálogo donde su voz sea un pilar, es vital para consolidar una verdadera revolución de las conciencias. La 4T brinda una oportunidad imperdible para que los jóvenes sean protagonistas de su propio destino y, a través de la participación política y el empoderamiento, puedan influir en el rumbo del país, promoviendo un gobierno que responda a sus expectativas y necesidades.
Así, la juventud se convierte en un actor esencial para el futuro de México, avanzando hacia un humanismo que valore y respete a cada individuo en su búsqueda por un mundo más justo y equitativo.
@IngJavierRuiz